Los eritrocitos o hematíes tienen forma de discos bicóncavos de alrededor de 7 μm de diámetro, de aspecto liso y anucleados. Por su tamaño es conveniente visualizarlos con un objetivo de 40x (400 aumentos), informándose como la media de observados en un total de 10 campos.
La concentración de la orina afecta a la morfología de los eritrocitos. Si está concentrada (hiperestenuria) pierden agua y se retraen, apareciendo con forma irregular estrellada. En cambio, si la orina está diluida (hipoestenuria) absorben agua agrandando de tamaño (hematíes gigantes) o llegando al punto de ruptura y dejando tras de sí la membrana, también llamada en esos casos “hematíes fantasma”.
Si están muy retraídos pueden confundirse con levaduras. Para diferenciarlos basta con usar ácido acético, pues lisa los hematíes y deja intactas las levaduras.
La significación clínica de la aparición de eritrocitos en orina (hematuria) está asociada con daño de la membrana glomerular o lesiones vasculares del aparato genitourinario. Se puede discriminar la localización de la lesión a partir de la morfología que presenten en orina. La presencia de hematíes isomórficos tiende a señalar patología urológica mientras que los dismórficos nos suelen indicar lesión de tipo glomerular. Se puede encontrar una clasificación visual en el siguiente artículo.
Igualmente, la hematuria se llama macroscópica cuando la orina tiene color rojo o marrón, y frecuentemente se asocia a daños de la vía urinaria (tramatismos, infección…). Se llama microscópica cuando se detecta en la revisión del sedimento, puede indicar tanto una patología precoz (alteraciones glomerulares o procesos cancerosos) como no tener significación clínica (se puede producir junto con cilindruria hialina en el ejercicio físico intenso).